viernes, 23 de agosto de 2013

Lazos solidarios con Perú

El pasado 17 de agosto, Diario de Burgos publicaba el siguiente artículo de la ong.


Era el año 2003 cuando unos pocos de nosotros, aceptando la invitación del misionero burgalés Alfonso Tapia, incluso antes de existir como ong, nos decidimos a viajar por primera vez a Perú, concretamente a la Selva Central. La experiencia fue tan interesante, que diez años después se ha convertido en una cita habitual en los veranos de la ongd Persona Solidaridad.



Echando la vista atrás uno puede ver que muchas cosas han cambiado y otras no tanto.


Lo que no deja de sorprender al llegar es el caos de tráfico en el que se circula en Lima, pero diez años después uno puede ver como la flota de automóviles está siendo renovada y sobre todo se observan un incontable número de obras en la ciudad, muchas de ellas dirigidas a mejorar la fluidez del transporte tanto público como privado.



Algo que no ha cambiado es la acogida de los padres franciscanos ubicados en el histórico barrio del Rimac de la capital peruana. Sus puertas y sus instalaciones están siempre abiertas para acogernos, en nuestra escala entre Burgos y la Selva.



Para llegar hasta nuestro destino, hay que atravesar los Andes por la carretera Central y eso supone pasar ni más ni menos que por encima de los 4.800 metros de Ticlio. Este año nos ha costado tres intentos por la nieve y el hielo, pero una vez arriba,  si el  mal de altura (conocido como soroche) lo permite, bien merece hacerse una foto.



En estos 10 años, atrás quedaron las últimas horas de viaje hasta Villa Rica en las que para llegar había que hacerlo por un camino de tierra que hacía que el final de trayecto se hiciera especialmente complicado y cansado. Hoy el avance en obras públicas que está teniendo Perú, permite hacerlo por una muy buena carretera asfaltada.



Con el tiempo nuestro paso por Villa Rica ha ido haciendo que los lazos de amistad se hayan consolidado y nuestra visita es acogida con gran alegría por muchas personas que agradecen con incontables muestras de cariño el granito que a lo largo de estos años hemos querido aportar en estas tierras.



En nuestras conversaciones este año, hemos podido constatar la preocupación que para la población que vive principalmente del café supone “la roya”. Es un hongo que ataca a la planta de algunas variedades y que la seca, lo que hace que las perdidas sean muy elevadas ya que solo se remedía arrancando por completo el cafetal y replantándolo. Esto supone que las personas cuyos Inbesos dependen del café miren al futuro con cierto temor.



Echando una mirada general, es fácilmente observable que las inversiones en vías de comunicación por carretera y otras infraestructuras, por parte de las instituciones públicas, han sido muchas e importantes pero ¿cuál ha sido la repercusión en las personas y grupos sociales más desfavorecidos?

Cuando uno se mete en lo profundo, se da cuenta que las cifras macroeconómicas, por desgracia, no siempre llegan a los “últimos”.



Además de visitar nuestros proyectos aquí, hemos podido conocer y adentrarnos en el trabajo desinteresado que algunas personas hacen atendiendo a algunos ancianos. Aquí  no existe ningún tipo de cobertura social (que ojala nunca se pierdan en España) lo que hace que muchos vivan prácticamente en el abandono absoluto. La imposibilidad de trabajar les impide tener acceso no solo a una vivienda digna sino también a la alimentación y a la higiene. Ver como hay gente que de su tiempo y su dinero hace lo posible visitando diariamente a más de una docena de personas que viven en estas circunstancias y que hacen lo que está en sus manos para que vivan sintiéndose queridas y en mejores condiciones.



Estas personas que hacen de la solidaridad  un estilo de vida, son sin duda un estímulo para seguir viviendo ayudando a vivir tanto en Perú como en Burgos. Ese ha querido y quiere ser nuestra labor, especialmente a aquellos que más lo puedan necesitar.